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24 de febrero de 2008

Opinión. ¿Dónde está la brújula?


Desde la atalaya de un domingo lluvioso, todo se ve desde otra perspectiva. Leer la prensa un domingo de invierno del hemisferio norte, y mirar alrededor, es sumamente desconcertante. El mundo está en constante cambio, se remueven en sus entrañas toda clase de tumultos, países que se desmiembran para dar lugar a otros países, como nuevos nacimientos celulares. La economía se bambolea en cada lugar del mundo. Menos en China, claro. Se producen muertes de mujeres y hombres inocentes por doquier, aunque esto ha formado parte constante de la Historia de todos nosotros. Somos una especie auto destructiva, y parecemos estar perdidos.

Mientras el mundo, la sociedad, mutan, el ser humano, ese gran invento después de la coca-cola, va persiguiendo la destrucción del planeta. Es una estupidez, todos lo sabemos, pero estamos metidos en una tela de araña de la que no sabemos salir. Una tela hecha de hilos de poder, intereses, dinero y política.

Desde el sillón en el que escribo veo, a través de la ventana, cómo cae, fría la tarde, la luz que le queda al día. De fondo, mientras mi hija mayor estudia en su cuarto, y la pequeña juega con una amiga, tengo puestos los auriculares en el momento que suena el Night and day de Cole Porter, en la irrepetible voz de Ella Fitzgerald, y de reojo sigo el partido del Seis Naciones entre Inglaterra y Francia. Tal vez por eso, me ha asaltado la melancolía de la juventud que todo puede cambiarlo, duro reconocer que ya nada es lo mismo, que el tiempo pasa, y entre todos hemos perdido la brújula. Algo parecido a lo que debe sentir nuestro viejo planeta. Nosotros, sus hijos, no somos capaces de comprenderlo, y si lo hacemos, algunos de nosotros, aquellos que detentan el poder, no parecen dispuestos a dejarnos actuar. Espero que acaben pronto los días de lluvia y frío, y que el sol caliente mi rostro. Por nosotros y por nuestros hijos. Que así sea.

17 de febrero de 2008

El Tutto Pasta, en Barcelona


En Barcelona, en la calle Santjoanistes , número 28, muy cerca del cruce entre Vía Augusta y Balmes, se encuentra enclavado el Tutto Pasta, un pequeño restaurante de carta italiana, llevado de forma exquisita, desde hace años, por la familia Borraz.
Aunque sus platos denotan la calidad de la cocina transalpina, tanto su exterior, como su interior respiran, no sabría decir porqué, un cierto aire de elegante melancolía francesa, lo que le da un toque muy especial.
En el momento que bajas los peldaños que separan el desnivel de la calle, el cliente parece transportado a un espacio donde el estrés del exterior se transmuta en tranquilidad para los sentidos, acompañado por los pequeños detalles y la amabilidad de una familia que intenta, en todo momento, hacerte sentir como en casa.
Una decoración sencilla, donde predominan las fotografías de los gatos de la familia propietaria, así como de los amigos, o simplemente captadas en sus viajes, o cuadros de exposiciones temporales. Es divertido sentirse rodeado por esas miradas felinas, que te observan a través de los marcos colgados en la pared.
En cuanto a la carta, los platos cuentan con una presentación muy a la nouvelle cuisine, lo que hace muy agradable el degustarlos.
Su selección cuenta con apetitosos platos, entre los que destaca un fabuloso pollo al marsala, que invita a los cinco sentidos desde su presentación, hasta su aroma, que te transporta a Trapani, en Sicilia, y degustación. Sin duda, mi plato favorito de su excelente carta.
Un rincón de Barcelona, en definitiva, donde olvidarse de la rutina diaria que nos envuelve, y cambiarla por una relajación que toma forma de comida de alta calidad. Si os pasáis por su pequeño salón, felicidades, seguro que repetiréis. Ah!, y Buon Vantaggio!!