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24 de febrero de 2008

Opinión. ¿Dónde está la brújula?


Desde la atalaya de un domingo lluvioso, todo se ve desde otra perspectiva. Leer la prensa un domingo de invierno del hemisferio norte, y mirar alrededor, es sumamente desconcertante. El mundo está en constante cambio, se remueven en sus entrañas toda clase de tumultos, países que se desmiembran para dar lugar a otros países, como nuevos nacimientos celulares. La economía se bambolea en cada lugar del mundo. Menos en China, claro. Se producen muertes de mujeres y hombres inocentes por doquier, aunque esto ha formado parte constante de la Historia de todos nosotros. Somos una especie auto destructiva, y parecemos estar perdidos.

Mientras el mundo, la sociedad, mutan, el ser humano, ese gran invento después de la coca-cola, va persiguiendo la destrucción del planeta. Es una estupidez, todos lo sabemos, pero estamos metidos en una tela de araña de la que no sabemos salir. Una tela hecha de hilos de poder, intereses, dinero y política.

Desde el sillón en el que escribo veo, a través de la ventana, cómo cae, fría la tarde, la luz que le queda al día. De fondo, mientras mi hija mayor estudia en su cuarto, y la pequeña juega con una amiga, tengo puestos los auriculares en el momento que suena el Night and day de Cole Porter, en la irrepetible voz de Ella Fitzgerald, y de reojo sigo el partido del Seis Naciones entre Inglaterra y Francia. Tal vez por eso, me ha asaltado la melancolía de la juventud que todo puede cambiarlo, duro reconocer que ya nada es lo mismo, que el tiempo pasa, y entre todos hemos perdido la brújula. Algo parecido a lo que debe sentir nuestro viejo planeta. Nosotros, sus hijos, no somos capaces de comprenderlo, y si lo hacemos, algunos de nosotros, aquellos que detentan el poder, no parecen dispuestos a dejarnos actuar. Espero que acaben pronto los días de lluvia y frío, y que el sol caliente mi rostro. Por nosotros y por nuestros hijos. Que así sea.