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26 de marzo de 2008

Un mosaico sobre carreras de cuadrigas en Barcino

Podemos decir que uno de los aurigas más famosos de toda la historia del circo romano, fué el hispano Diocles, nacido en el año 104. Ejerció su profesión de auriga durante veinticuatro años, obteniendo 1462 victorias, varias de ellas corriendo con los mismos caballos. En el siglo II d.C., un ciudadano de Barcino, Lucius Minicius Natalis, consiguió formar parte de los campeones de la doscientos vigésimo séptima olimpiada en la modalidad de carros. Esto nos da una idea del nivel de los aurigas de Hispania.

El circo romano partía como inspiración, del estadio griego clásico. De planta alargada, en un extremo tenía las carceres, o compartimentos para los carros. En la harena, o pista, encontramos la spina, un muro bajo que dividía el campo de carreras. En este muro se colocaban obeliscos, estátuas de divinidades, sobre todo la de la diosa Cibeles, y el marcador de las siete vueltas de la carrera, normalmente formado por delfines o huevos. Los carros se dividían en tres categorías, dependiendo del número de caballos que las tirasen. Encontramos las bigae, de dos, las trigae, de tres, y las cuadrigae, de cuatro caballos. Además, cada carro representaba a una facción, o equipo, pudiéndose dividirse por colores. Los más representativos eran el azul, el verde, el albo, y el rojo.

Dentro del imperio romano, encontramos diversos mosaicos que representan las carreras de cuadrigas, que tanta afición tenía en aquella época. Algunos lo hacen representando el circo en el momento de producirse las carreras de carros. En otros, la cuadriga vencedora es únicamente la que aparece, y finalmente, en otros sólo los caballos famosos. Estos temas también se llegaron a representar en pinturas murales.

Dentro del territorio de Hispania, los dos mosaicos conservados más famosos y completos con carreras de carros son los de Barcelona, y el encontrado en la Villa romana de Bell-Lloch, ambos fechados hacia la mitad del s. IV d.C. En concreto, el mosaico de Barcelona se descubrió dentro del perímetro de la ciudad, dentro de una casa particular. Cuando apareció, su estado estaba algo mutilado. El mosaico se divide en dos partes, la superior es el euripus, y en la inferior corren cuatro cuadrigas, una de las cuales ha volcado, lo que los romanos denominaban naufragium, que pertenecen a las cuatro facciones del circo. En el lado derecho del panel se halla el sparsor y el director del circo, que agita la mappa, dando la victoria a la facción verde. Sobre la spina se encuentra una estatua de Cibeles cabalgando un león. Tertuliano cita a esta diosa como la protectora del Circo Máximo. A Cibeles acompañan dos prisioneros, que por su vestimenta parecen extranjeros. Sobre la spina se han colocado también aras, templetes, las ovaria, el obelisco, varias columnas coronadas por una Niké, estandartes militares, estatuas de Hércules y de Apolo, estatuas de atletas, de leones y de panteras. Se ha supuesto que la arquitectura del mosaico de Barcelona representa la del Circo Máximo de Roma, pero esta hipótesis no parece segura, ya que no está representado el templo de Venus Murcia. Aparecen, también, escritos los nombres de los caballos o de sus propietarios, apareciendo cinco veces Concordi y dos Nicetus. Algunos nombres de caballos se repiten en algunos mosaicos, como Pelops, Batrocales, y Aufrata.

25 de marzo de 2008

El ejército romano durante la República.

El ejército romano estaba formado por diferentes unidades. Básicamente encontramos la legión, integrados ineludiblemente por ciudadanos romanos. Luego las tropas auxiliares, formada por aquellos que no disponían de ciudadanía, y finalmente la caballería.

El concepto militar se sustentó en época republicana debido a las necesidades de constitución, control y reforzamiento del territorio. Aunque con el paso del tiempo influirán otras razones, como las económicas.

Durante la época republicana, las legiones se constituían en torno al ciudadano como soldado, estando compuestas por unos cuatro mil hombres, articulados en centurias de unos sesenta u ochenta soldados. El reclutamiento, en aquella época, se hacía en función del censo, por lo que se basaba en cinco clases que, debido a su capacidad económica, básicamente a la propiedad de la tierra, debían prestar un servicio armado, y en el que cada ciudadano debía pagarse su propio equipamiento y manutención, y de ellas una, los proletarii, eran ciudadanos que estaban exentos del servicio militar, ya que eran pobres para pagarse equipo necesario. En época republicana, y debido a estas coordenadas, tanto la dirección del ejército romano, como la propia actividad militar, estaba dominada por la aristocracia. Debido a la crisis permanente que este sistema presentaba, a finales del s. II a.C., Mario efectuó una reforma definitiva, y que fue el primer paso hacia la profesionalización final del ejército romano, basada en la incorporación de los proletarii en las legiones, lo que les permitía solucionar sus problemas económicos.

En el equipamiento del soldado republicano coexistieron, sin uniformidad alguna diversos tipos de armas dependiendo de las funciones o tareas a realizar por parte de cada una de las tropas o de su ubicación geográfica, ya que muchas de las tropas auxiliares conservaron, durante largo tiempo, piezas de su equipo tradicional de combate. A finales de la época republicana, el armamento básico, tanto del legionario como de las tropas auxiliares, comprendía un casco, una coraza y un escudo como armamento defensivo, y espada corta o larga, puñal y pilum.

La vida del soldado era dura y, aparte del entrenamiento y la actividad lógica de la lucha, los soldados realizaban también todo tipo de tareas, como carpintería, construcción de calzadas u otras obras públicas, además de tareas de abastecimiento del ejército. El servicio activo duraba normalmente, unos 20 años, con variaciones según las épocas. Una vez cumplido este período, los soldados licenciados, obtenían diversas ventajas jurídicas y compensaciones económicas.

En definitiva, las legiones se convirtieron en instrumentos de poder y supremacía, además, sobre todo en época imperial, en importantes piezas de romanización.

24 de marzo de 2008

César, de Adrian Goldsworthy


He leído con deleite la biografía de César que Adrian Goldsworthy, Doctor en historia por la Universidad de Oxford, ha publicado recientemente. A pesar de las 758 páginas de la edición en español, su lectura es de un ritmo tan trepidante como los acontecimientos que describe.
A pesar de que el autor, en las primeras páginas de introducción, nos advierte que su visión se centrará en el personaje de César, que los otros personajes de la Historia romana serían tratados de forma tangencial, y solo por necesidad de explicar los acontecimientos que rodean el discurso central, logra crear con claridad un universo explicativo completo. Estamos ante un fresco bastante completo de la sociedad romana, tanto pública como política y económica.
Por supuesto que los personajes que son retratados se encuentran en dicha esfera pública, ya que el lado privado de la sociedad no es el punto de partida del estudio, y maneja básicamente fuentes bibliográficas. Sin embargo, es bastante explicativo con algunos personajes como Cicerón o Catón.
Como especialista en el tema militar, ahí están sus The roman army at war, o Roman warface, el grueso de la narración, la más profunda, se basa en la guerra de las Galias, que es donde la descripción se hace más densa.
En definitiva, una biografía amena como una novela, y rigurosa en los hechos, sin margen a la disgregación.

20 de marzo de 2008

Una anécdota del niño Mozart.

Wolfgang Amadeus Mozart fue un niño prodigio que, a los cuatro años, ya era capaz de interpretar al clave melodías sencillas, y de componer pequeñas piezas.
Su padre, el violinista y compositor Leopold Mozart, lo llevó de corte en corte, y de ciudad en ciudad para que sorprendiera a los auditorios con sus extraordinarias dotes.
Cuenta una anécdota que, mientras estaba de gira mostrando las virtudes de su hijo de cuatro años en la corte de Viena, un miembro de la casa real se acercó a Leopold Mozart y le preguntó "¿Qué tengo que hacer para que mi hijo componga e interprete música como el suyo?".Leopold le respondió: "Tiene usted que hacerlo estudiar 10 años de música, 10 de composición, 10 de piano, 10 de violín..."El noble asombrado lo interrumpió:"pero usted se está burlando de mi, de esa manera nuca será un niño virtuoso", Leopold le dijo:"Mi señor, es que yo nunca necesité preguntar nada a nadie..."

18 de marzo de 2008

Opinión. Como el ying y el yang


El conflicto del Tíbet está generando, en todo el mundo, una oleada de protestas. Bueno, más que oleada, habría que hablar de calma chicha. Son tan tibias estas protestas que, sobre todo en la vieja Europa, tan habituada al anti imperialismo yanki, no pasan de, por ahora, pequeñas concentraciones delante de embajadas y ayuntamientos. Desde luego, nada comparable con lo que sucede en referencia a la independencia de Kosovo, donde la Otan pone el norte del recién nacido país bajo la ley militar.
El aviso por parte del Dalai Lama de que dimitirá en caso de producirse una nueva escalada de violencia por parte de las autoridades chinas, o de sus monjes, parece una medida tan loable como poco práctica. ¿A quién beneficiaría tal medida? Desde luego, a su pueblo no. Tan efectista como inútil para la búsqueda de la paz. Un sacrificio, en definitiva, que no eximiría de responsabilidades políticas.
Mientras, en Kosovo, la violencia se ejerce desde otro punto de vista. No es la búsqueda de la libertad perdida, como en Lhasa, a los pies del las montañas, si no que es la represión de la aspiración de independencia por parte de una región. Es el exterminio de la autodeterminación de los pueblos. Kosovo es Serbia porque así lo deciden los serbios, no los kosovares. ¿Es que en Serbia nadie se pregunta porqué ha llegado la situación a este punto? La antigua Yugoslavia era, por lo que parece, una total amalgama de espíritus contradictorios.
En definitiva, dos casos diferentes, dos casos opuestos, dos búsquedas de la libertad desde dos puntos de partida distintos. Unos la están tocando con los dedos, mientras otros, ya ni se acuerdan qué tacto tiene.

El Messerschmitt 262, el primer avión a reacción


Este avión se empezó a desarrollar en 1939 por Heinkel, y fue el primer caza a reacción de la historia. El primer prototipo del Me-262 voló el 18 de Abril de 1941. En mayo de 1943 se ordeno la construcción de 100 ejemplares, y finalmente el definitivo Me-262 V6 voló el 17 de Octubre de 1943. En el otoño de aquel año, Alemania ya se encontraba a la defensiva en la URSS y en Italia, y la aviación aliada había comenzado a acorralar a las fuerzas aéreas alemanas, por lo que se empezó a experimentar, por orden de Hitler, una versión de caza bombardero del Me-262. En noviembre de 1943 se efectuó la primera prueba del Me 262 como bombardero portando en su fuselaje dos bombas de 1000 kg, lo que le resto velocidad al nuevo caza, y además retraso la producción, por lo que solo se pudo constituir la primera ala de caza en 1944, cuando se constituyo el Kommando Novotny, comandado por el mayor Walter Novotny, el cual se especializo en atacar las grandes concentraciones de bombarderos aliados, que en ese momento hacían constantes incursiones en el territorio del Tercer Reich. Este caza constituyo, en su tiempo, una solución radical en el diseño de aviones. Hacia el final de la contienda se habían entregado a la Luftwaffe 1433 Me-262, de los cuales no todos se pudieron emplear a fondo, debido a la escasez de combustible que sufría laAlemania en guerra. A pesar de que el Me 262 era superior a cualquier caza aliado, tenía el inconveniente de ser muy vulnerable en las maniobras de despegue y aterrizaje, todo y que su batería principal de cuatro armas de treinta milímetros era muy destructiva contra cualquier bombardero o caza aliado con el que se enfrentase. El Me 262A-1 empleó un misil aire-aire no guiado, R4M, durante los combates contra los bombarderos americanos en marzo de 1945. En los días finales de la guerra, el Teniente General Adolf Galland usaba el Me 262B-1a/U1 como versión de caza nocturna.

17 de marzo de 2008

El teatro de Pompeyo. Una anécdota histórica


El teatro de Pompeyo fue el primer teatro permanente de Roma, siendo el más grande y famoso de su tiempo. Pompeyo ordenó su construcción, deseoso de ganar popularidad, saltándose, de paso, la prohibición de construir anfiteatros de obra, y para conseguirlo erigió en la galería del nuevo teatro un templo dedicado a la diosa Venus Vincitrix.

La construcción comenzó en el 61 a.C., y se terminó en el año 55 a.C. La Cavea hacía 150 metros de diámetro, y se cree que tenía capacidad para 18.000 personas. Detrás del escenario contaba, además, con unos grandes jardines porticados, establecidos como zona de recreo para antes de la función, o para uso de los actores.

Mientras la Curia Iulia se acabada de construir, el Senado utilizó sus salas para las reuniones de la Curia. Y aunque mucha gente cree que César murió en el Senado, fue precisamente en las escaleras del Teatro de Pompeyo donde Julio César encontró su destino en los Idus de marzo, a los pies de una grandiosa estatua de su viejo enemigo Pompeyo, que presidía el espectacular teatro.

14 de marzo de 2008

La leyenda del guerrero maya


Hace poco ha llegado a mí una historia que un viejo amigo, Armando Orpinell, había escuchado en uno de sus múltiples viajes a Latinoamerica como colaborador de la Cruz Roja. Me explicaba que, en Uacatsín, un poblado indígena de Guatemala, una mujer mayor le explicó una historia que corría por su pueblo desde antes de llegar los europeos a aquel lugar, quinientos años antes. ¿Historia para niños durante las noches de muertos? No lo se, pero, como toda leyenda, algo de base histórica debe tener. Además, en el libro maya del Popul Vuh, parece haber una referencia lejana a este hecho. ¿Coincidencia? No se, pero al final ha de ser el propio lector quien tenga su propia opinión. Espero, en definitiva, que mi forma de contarlo no influya demasiado en ese juicio.
Refería la mujer que, en aquel pueblo los antiguos mayas ya explicaban, en una época lejana de su cultura, la leyenda de un guerrero que un día, al comienzo de su historia cuando sus dioses y reyes vivían mezclados, bajó de las montañas a la selva. Este era, a la vez, formidable y desconocido, y comenzó a desolar todo aquello que encontraba a su paso. Dicen, también, que sus armas eran las más poderosas que nunca hombres hubieran visto, y que llevaba, a la sazón, todo su cuerpo íntegramente pintado de negro, haciendo más terrorífica, aún si cabía, la roja mirada de sus ojos terribles.
Atacaba de noche los poblados de la llanura, seguido del sonido melancólico de los flautistas que le acompañaban, arrasando sin piedad, y matando tanto a hombres, mujeres, niños y ancianos. El resplandor del fuego, que quemaba los poblados de los que se llamaban a si mismos los hombres sobre la tierra y bajo el cielo, iluminaba toda la noche de la selva, bajo su fulgente resplandor. El miedo, y los gritos de desesperación, hacían temblar la tierra bajo el extraño ritmo de un tambor de muerte. Luego, al clarear el día, el exterminador desaparecía, dejando a su paso una incontable pila de muertos, y sobre ellos, clavado, un estandarte ensangrentado.
Entre los habitantes de la llanura se decía que al guerrero negro lo enviaban las almas en pena del mundo inferior, el infierno maya, y que, al llevar el cuerpo así pintado, seguramente debía ser hijo del Capitán Negro de la Guerra, o incluso, algunos llegaban a murmurar en voz baja, que era él mismo que había bajado a sembrar el miedo entre los mortales. Y así fue como arrasó, también, las fortalezas de altos muros de Ximbalam, Potixitienuc y Xitietulam.
De esta manera, dejando atrás amaneceres de cadáveres, piedras calcinadas, y estandartes clavados sobre campesinos y guerreros, llegó hasta las murallas de la que era la más grande de las fortalezas de los hombres sobre la tierra y bajo el cielo, la capital de los pueblos del llano. Una vez allí, montó guardia junto a una hoguera durante veinticinco noches sin sus días, ya que al amanecer, parecía volatilizarse hasta la salida de la siguiente luna, oculto en la oscuridad, y lanzando un desafío a todo guerrero que quisiese enfrentarle. Así fue como todos los guerreros del templo del leopardo, todos los guerreros del templo del águila, y todos los guerreros del templo del ciervo, cayeron uno a uno bajo la luz de la luna, y el fuego purificador.
Cada noche se producía un nuevo desafío y una nueva muerte, mientras el guerrero negro se cobraba su tributo de sangre, siempre bajo el sonido melancólico de sus flautistas.
Y así transcurrieron las noches de terror, hasta que el rey de la ciudad, Auxatelim, quiso salir a luchar en persona con el demonio negro. Entonces, Auxelam, su hijo, un joven y valiente príncipe, le suplicó para sí el honor de hacer frente al demonio delante de las negras murallas, de la negra selva y de la negra noche.
Así pasó que, el atardecer en el que la luna volvió a salir por veinteisava vez, el guerrero negro hizo sonar, nuevamente, sus ensangrentados tambores y sus ensangrentadas macanas, lanzando un nuevo grito de desafío bajo la música melancólica de las flautas. Por fin, salió ante las murallas el valiente y joven hijo de Auxatelim, vestido con los mejores ropajes que un guerrero hijo de rey podía lucir. Fue una lucha cruel, igualada, entre la pureza y el horror, entre la valentía y la crueldad, y que duró toda una noche de ruidos de armas y gritos de muerte. Hasta que al amanecer, finalmente, quedó tendido inerme sobre el suelo, ante las negras murallas, el cadáver de Auxelam, hijo de Auxatelim.
El rey, al ver el cuerpo del joven príncipe caído sobre un charco de su espesa sangre oscura, gritó horrorizado desde la más alta de las torres de la fortaleza. Gritó y gritó, clamando venganza y justicia, pero sin oír respuesta desde la espesura de la selva. Los tambores ya no sonaban. No se oían ya a los flautistas. Solo reinaba el silencio del rumor del viento sobre las hojas, y los pájaros que por fin volvían a oírse. Ya nada más se supo entre los hombres sobre el guerrero negro. Pareció haber cumplido ya una venganza. El rey Auxatelim nunca más dejó de llorar la muerte de su hijo, hasta morir de pena, y sin otra descendencia, llevando al final su saga de reyes.
Dicen que, en el amanecer de la noche en la que murió el príncipe Auxelam, y cuando el canto del quetzal despertó del todo al disco solar, sobre las cenizas de la hoguera del príncipe desaparecido, creció la más hermosa de las flores de la selva. Una flor roja en sangre, y venenosa en su interior. Una flor que nunca se secó, y que tan solo el viento podría tocar nunca, ya que estaba prohibida para el hombre, y para todos los seres sobre la tierra y bajo el cielo, y que aún hoy sigue viviendo dentro de la olvidada espesura de la selva.
Cuando Armando Orpinell me explicó la leyenda del guerrero maya que había oído en Guatemala, le pregunté si él pensaba que podía tener algo de realidad. Lo único que me respondió fue que aquella gente si que lo creía, y que pensaban que cuando alguien desaparecía en la selva, era porque el guerrero de alma negra seguía cobrando venganza a todo aquel que se atrevía a cortar aquella flor.

Exposición Sarcófagos del Antiguo Egipto en el Museo Egipcio de Barcelona


La exposición Sarcófagos del Antiguo Egipto (Jardineros de Amos en el Valle de las Reinas), que se ha presentado en el Museo Egipcio de Barcelona, y a la que he podido asistir a la noche de inauguración, representa una buena oportunidad para conocer un poco más de cerca una colección de piezas de sumo interés. Los sarcófagos, traídos para la ocasión desde el Museo Egipcio de Turín, hasta donde los trajo Schiaparelli en 1903, habían permanecido desde entonces en los almacenes del museo turinés.


Debido a que los fondos del museo, patrocinado por la Fundación Arqueológica Clos, se centran, básicamente en el período romano-cristiano de la historia egipcia, resultaba interesante contrastar la evolución comparada entre las piezas.


Resultó una velada típica de las inauguraciones del Museo, con recepción institucional, breves parlamentos, y un posterior recorrido por el emplazamiento de la exposición temporal, a la que acudieron miembros de la fundación, patrocinadores, colaboradores, representantes del Ministerio de Cultura italiano, y prensa, para acabar degustando una copa de cava en la espléndida terraza del Marriot, la cafetería del Museo. Creo que el lugar elegido para las piezas, una sala en la terraza que ocupaba anteriormente la Fundación Godia, acaba estando demasiado diferenciado del resto de la exposición estable, y creando una falsa sensación de brevedad en el recorrido, algo que la importancia de las piezas expuestas no merece.


Sin embargo, para la ciudad de Barcelona es importante la ocupación de un espacio historiográfico ausente del resto de colecciones, y que hace importante la función expositiva y educativa de la Fundación dentro del campo museístico. Solo una pega. Dejando de lado que a la exposición de una colección permanente de reducido tamaño se la llame museo, cosa que en Barcelona también sucede con el Barbier-Müeller en el arte precolombino, y que en un museo de verdad constituirían salas, resulta chocante que cuando uno pasa delante de la puerta del Museo Egipcio de Barcelona, tenga la sensación de hacerlo ante una tienda de suvenir.

8 de marzo de 2008

Barcos varados.



He aquí algunas fotografías de barcos varados, algunos en lugares que parecieran no corresponderles, lugares equivocados, como salidos de la historia, colgados eternamente del tiempo. Solo hace falta verlos, para volver a soñar con las viejas historias que han recorrido sus cubiertas. A mí, siempre me recuerdan aquellos barcos oxidados que veía jugando en casa de mi abuela, mientras descansaban, exhaustos ya de vida, sobre el Río de la Plata.


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Estos barcos varados, abandonados para siempre, ya tan solo pueden viajar a ninguna parte.
Son recuerdos que navegan por el paso del tiempo, tripulados por la imaginación del espectador.