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30 de septiembre de 2012

Las zapatillas de baile.


Aquella tarde, bajo la penumbra que anuncia el fin del otoño y la llegada del invierno, Ruth descubrió el regalo que sus padres le habían hecho para celebrar su octavo cumpleaños. Aquellas zapatillas de baile eran tan hermosas, con su color descarnado, sus lazos inacabables, y su flexibilidad incansable, que no podía haber nada mejor en el mundo. Las apretó contra su pecho con la infantil necesidad de evitar que algo las hiciera desaparecer, y así durmió aquella noche, soñando con bailes, vueltas, pliés y demipliés. Nunca había sido tan feliz, y a partir de aquel día, ni los esfuerzos, el cansancio, la rutina perentoria, o el desánimo inabarcable pero momentáneo, hicieron mella en su voluntad de bailar algún día en un gran escenario, ante un gran público. Y cuando finalmente estuvo a punto de conseguirlo, cuando estaba apenas a unas semanas de estar deslizándose sobre unas tablas envuelta en focos y miradas de gente, aquel coche demasiado veloz, aquel instante de ensoñación que no le permitió verlo, todo junto y a la vez, un instante y las zapatillas de baile quedaron solo en un recuerdo.
La vida te puede quitar todo lo que más deseas en un instante. Te puede quitar los proyectos, las ilusiones, te puede incluso arrebatar los sueños, eso es verdad, pero nunca pudo arrancarle a Ruth una sonrisa. Porque a pesar de cambiar las zapatillas de bailes por unas muletas, ella ya sabía lo que era sufrir para conseguir lo que deseas, luchar por un destino mejor, así que metió su vida anterior en un baúl, también a la anterior Ruth, y se dispuso a ganar la batalla a no sabía muy bien qué enemigo. 
A pesar de no poder bailar, Ruth consiguió algo que no todos los que podemos llegar y no lo hacemos por pereza hacemos, y es demostrarse a si misma que, seas como seas, te pase lo que te pase, lo más importante es quererte, y nunca desfallecer en la búsqueda de la felicidad, sea esta como sea. Si alguien nos arrebata definitivamente un sueño, de nosotros depende luchar siempre por otro. Lo importante es nunca dejar de soñar.

26 de septiembre de 2012

Elogio del café



Una leyenda muy comentada y difundida sobre el origen del café es la de un pastor llamado Kaldi, procedente de Abisinia , la actual Etiopía, observó asombrado como unos pequeños frutos rojos que consumían sus cabras producian en estas un efecto vigorizante, algo comprobado por él mismo posteriormente. Desde aquí, y con el paso de los siglos, el cafè fué ampliando su campo de acción y transformando su producción hasta llegar al siglo XV en los monasterios sufi de Yemen, donde los granos de café fueron tratados por primera vez de una forma similar a a la que conocemos hoy en día. Hasta aquí su contexto histórico. Ahora pasemos a su contexto social, ya que el café se ha transformado su uso hasta llegar a ser, como lo percibimos en nuestras actuales sociedades, un referente en las relaciones entre las personas.
Qué mejor motivo hoy en día para entablar una conversación que delante de un humeante y recién servido café, aceptando dentro de este cualquiera de sus variantes y de sus formas de ser servido. Ante una taza de café, mi personal forma de verlo, sea un espresso, un cortado, uno con leche, un manchado, un americano, con hielo, o de la variedad que cualquiera guste, se reúnen personas para cerrar tratos de negocios, para charlar con amigos, los amantes o los que intentan serlo, los que buscan relajarse, los que huyen del estrés cotidiano, los que leen los periódicos o consultan su portátil en busca de cualquier cosa que pescar en la red... y así hasta infinidad de posibilidades.
Es por eso, y porque a mi me encanta el olor que desprende un café recién hecho por la mañana, que celebro la idea de aquel pastor de Abisinia que pensó que lo que era bueno para sus cabras, también era bueno para él. Desde aquí a él, junto al desconocido inventor de la cama, mi eterno agradecimiento por las innumerables horas de placer vividas.

18 de septiembre de 2012

Búsqueda.


Buscar sin encontrar,sin motivación por seguir el camino, es lo peor que le puede pasar al ser humano. Como animales inconformistas, siempre danzamos en busca de lo que desconocemos, de lo que se nos esconde. Sin embargo, lo que busca el ser humano con mayor ahínco es, sin ninguna duda, el tiempo.
Buscar el tiempo es arduo, si, pero la recompensa puede ser infinita si sabemos utilizarlo. Algunos buscan cómo llenarlo, de proyectos o de vacíos. Otros buscan la manera de alargarlo, en busca de una quimera que obsesiona. Sin embargo, el tiempo, que empieza con fecha oculta de caducidad con nosotros desde nuestro nacimiento, nos obsesiona tanto que olvidamos que administrarlo es cuestión solo de disfrutarlo. Con cosas grandes o pequeñas, eso es indiferente, ya que cada uno ha de poner el valor real a aquello que desea. Pero ante todo, un consejo, esta vez si, y es que no perdáis el tiempo y disfruteis de todo aquello que más os llene. No lo dudéis entonces, y lanzaros a la aventura vital de pintar el tiempo a vuestro gusto.




6 de septiembre de 2012

Haiku

La lluvia ha dejado a su paso
el sonido del recuerdo
del próximo otoño.


A felicidad pasajera, búsqueda persistente



Las personas somos como somos,y los sueños, desengaños y pasiones no correspondidas forman parte,a veces juntas,otras por separado en el tiempo, e incluso repetidas, del devenir interior de todos nosotros. Es inevitable que a lo largo de una vida nos sintamos terriblemente decepcionados por aquello que no podemos conseguir. Pero también es normal que sea la reacción contraria de volver a los orígenes,a uno mismo, la que prime al principio. Sin embargo, el ser humano inteligente, solo es mi opinión, es aquel que busca la felicidad sin parar, sufriendo cuando esta no llega o es esquiva, y peor aún cuando parece que la tocas con los dedos y después se esfuma sin darte casi cuenta del porqué.
Luchar por intentar ser feliz es hermoso, aunque a veces sea extenuante, y conseguirlo es,yo diría, casi tántrico, aunque en tantas ocasiones sea fugaz. Tal vez sea cuestión solo de intentarlo las veces que sea necesario, no desfallecer nunca, y mientras tanto, no dejar de disfrutar de lo que nos rodea, que el paisaje es demasiado hermoso. Nos lo debemos a nosotros mismos.


4 de septiembre de 2012

Compatibilidad.


-Sencillo, ¿verdad?- pareció satisfecho al decirlo.
-Demasiado fácil, creo que no tiene excesivo mérito.
-¿Qué quieres decir con que no tiene mérito? Creo que lo he hecho bastante bien, sobre todo la segunda unidad, teniendo en cuenta que partía de un pedazo de la primera. Es la guinda del pastel.
-No, si me parece conseguido, pero es que la diferencia entre uno y otro, no se..¿tu crees que llegarán a ser compatibles alguna vez?
-¿Compatibles?- rió estrepitosamente- ¿Quien ha dicho eso? Son complementarios. Se necesitarán, pero rara vez se entenderán.
-Bueno, si tu crees que con una contradicción así tu mundo será mejor...
-Mejor tal vez no, pero si más divertido de observar.
Y al séptimo día descansó. ¿O se quedó descansado?

3 de septiembre de 2012

Solo son palabras.


La duda encoge el alma de los hombres angustiados, para dejarlos como una sombra huidiza, que escapa de su propia forma, hasta hacerse irreconocible. La mejor, aunque no única, que yo no conozco todas, opción, es centrarse en verse a uno mismo y encontrarse, asumiendo que muchas veces la voluntad no es sinónimo de éxito completo, pero que tal vez una victoria parcial pueda ayudarnos a superar lo que vemos delante del espejo y nos incomoda, aquella foto borrosa de nosotros mismos que esperamos que los demás nos ayuden a aclarar, pero que a fin de cuentas hemos de asumir finalmente que el objetivo lo llevamos dentro de nosotros mismos. Necesitar ser para los demás es no acabar de conocerse, así que conocerse es hacer que los demás nos acepten como somos, y entonces sabremos a quién le importamos de verdad. No me hagáis mucho caso en lo que digo, sin embargo, ya que solo son palabras, de esas que se dicen y después cuesta reconocerlas en las propias acciones. Soy constante en muchas cosas, y sin embargo tengo la sensación de no serlo en aquellas que importan, que realmente me importan. Solo es cuestión, como he dicho tantas veces, de saber abrir los ojos hacia dentro y ver lo que somos de verdad, no solo lo que enseñamos en el escaparate que es nuestro comportamiento social. Y sobre todo no cansarse de seguir buscando.