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30 de abril de 2012

Como alguien sentado en una orilla extraña.

Así se sentía ella delante de todo lo que le estaba sucediendo. La persona a la que mas debía importarle en la vida,aquella que había decidido un día que el acto mas hermoso del ser humano podía acabar siendo ella,su padre,no había hecho mas que comportarse,ya tan mayor,como un niño egoista. ¿Es que no podía llegar a darse cuenta de que todo lo que ella hacía era por su bien,por cuidarlo? La rabia que sentía en estos momentos acabaría,como vanía ya siendo costumbre, trasformándose en dolor. Era el proceso habitual. Sin embargo,y a pesar de las cosas que le había dicho,que ella había tenido que sentir de boca de su padre,de aquel hombre que nunca le había susurrado un te quiero,cosas que le rompían el alma y que la hacían sentirse tan sola,a pesar de todo, ella acabaría acudiendo siempre a su lado. Porque, aunque la incompresión apareciese a través de las ventanas del sentimiento,nunca podría dejar de asomarse a aquella orilla extraña e imaginar que aún,algún dia,podría llegar a ser una niña pequeña de la mano de su padre,otra vez. Porque el tiempo se lleva aquellas cosas que mas queremos,y siempre es demasiado tarde esperar a mañana para decir te quiero.


29 de abril de 2012

La parte del todo.

Una parte del todo siempre es menos que el total, pero claro, al menos es algo. Verlo así es algo natural,aunque muchos lo tilden de conformista. ¿Qué tiene de malo querer al menos un poco de algo si realmente no puedes conseguir el total?¿Se puede disfrutar de algo parcial? Seguramente un seguidor de un equipo de fútbol se conformaría con ganar algún título aunque no pudiese ganarlos todos. Creo que el acaptarlo se basa en gran medida en las metas que nos hayamos propuesto. Encontrar la frustración en el camino depende de aquello que nosotros mismos nos hayamos impuesto como mínimamente satisfactorio. En muchas ocasiones tendemos a sobrevalorar lo que somos,y eso nos aparta de la objetividad sobre aquello que desamos conseguir. Otro ejemplo es quien por escribir un libro cree que ha de autoimponerse la tarea de que este solo puede ser genial,o a lo sumo brillante. ¿Sería tan insatisfactorio caer en la mediocridad, si realmente eso es lo máximo que podemos dar? Queremos íntimamente todo el pastel,no solo una porción,eso es escribir,publicar,y ser admirados. Lo contrario nos podría llevar a la frustración. Y sin embargo,yo soy de los que piensan que lo importante no es tanto la meta,como disfrutar de un buen paisaje en el camino. Siempre puedes volver a recorrerlo y encontrar nuevos matices al atardecer.


19 de abril de 2012

Los doscientos golpes.

¿Cuánto puede aguantar el ser humano sin decir basta?¿Es necesario llegar al extremo de estar casi desquiciado para rebelarse delante de una flagrante, continua, prolongada y por todos sabida injusticia? Seguramente, si nos reuniéramos delante de una buena taza de café, los que allí estuviéramos diríamos que no, que hay que luchar desde un principio contra las injusticias y no dejar que estas nos hagan aflorar la desesperación hasta el punto de descontrolar nuestras emociones. Llegar al caos imposible de gobernar es inversamente proporcional al aguante y represión de nuestras propias frustraciones. Pero es que a veces nos atenaza la idea de ser juzgados por las justificaciones mentirosas de los otros, o por la incomprensión de aquellos de los que más necesitamos recibir apoyo. Es tan difícil vencer a la mentira bien planeada, que a veces  la víctima acaba pareciendo peor que el verdugo. Por este motivo, en estos casos, no hay nada mejor que el apoyo de los demás, pero sobre todo de los amigos. Cuando alguien dice basta, y lo hace de esa manera tan poco tendente a la cordura, un gesto de comprensión por parte de quienes te rodean hace que al menos la batalla, el sufrimiento, haya valido la pena, y que los doscientos golpes que has aguantado antes de revolverte con la furia del boxeador que sabe que ya no puede aguantar uno más, haya valido algo la pena. Gracias a todos aquellos que saben comprender a aquel que sufre en silencio, y que en algún momento de su vida decide decir basta.