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27 de noviembre de 2008

No a la violencia de género.


Como persona, me siento desolado ante el constante, diario, anuncio de víctimas de la violencia machista. Como hombre, siento vergüenza que mis iguales puedan causar este mal a las personas que tienen, o han tenido, cerca. Y no lo digo porque hace dos días fuese el día internacional contra la violencia de género, no, ya que no creo en ellos, y por eso he esperado para expresarme. Porque soy de los que consideran que es en el día a día cuando se ha de intentar arreglar el problema, erradicarlo. ¿Alguien cree que tener un día específico para exponerlo hará que el problema empiece a arreglarse? Yo creo, sinceramente, que no, que es mucho más efectivo denunciar, alertar, prevenir. Cada día son más los días internacionales, nacionales, locales, o lo que sea, que se ocupan de los más variopintos temas, y eso hace que se pierda, se diluya, la esencia e importancia de lo que se pretende alertar. Hay que actuar, por supuesto, y hay que hacerlo sin dilación. Las penas han de ser contundentes, haciendo ver a los maltratadores, asesinos, que la ley les persigue, les controla, y para que tengan miedo a las consecuencias de lo que sus actos les podría traer. 
Por otro lado están las víctimas, aquellas mujeres que viven bajo el peso del miedo, bajo el terror de lo que les espera cuando oigan abrir la puerta. Es a ellas a las que hay que convencer que es mejor rechazar el destino que parece ineludible, que no tienen porqué aceptar un infortunio que les puede llevar, en última instancia, hasta la muerte. Y para que eso suceda, necesitan, han de tener, la ayuda de todos nosotros, desde el simple ciudadano, hasta las fuerzas de seguridad, los jueces, y sobre todo los políticos, que han de legislar las leyes que luego la sociedad en su totalidad utilizará. No las abandonemos. Ellas son las víctimas perfectas de una educación imperfecta, y de unos hombres sumidos en sus propios complejos de inferioridad. Ver las cosas con antelación evita males mayores. Males que muchas veces empiezan en la idea de pertenencia exclusiva que tienen muchos varones de nuestra sociedad. Eso si, ellos creen que lo hacen porque "yo la quería". Y ellas pensaban que también.