Lo siento por la expresión, pero no se me ocurre otra manera mejor que el famoso exabrupto que una vez utilizó el ya fallecido actor Fernando Fernán Gómez, para definir mi indignación ante el resultado de la Cumbre por el Clima del planeta celebrada en Durban, y que se resume en la prolongación del Protocolo de Kioto durante un tiempo sin especificar que vaya más allá de 2012. En definitiva, la inoperancia estructural de un sistema que llevará, a este paso, a la destrucción lenta, agónica, de esta barca azul en la que vivimos, y que por ahora navega en el Universo llevando en su interior a una cada vez menor variedad de seres vivos, entre los que nos encontramos los humanos, los verdaderos promotores de que todo el invento se pueda ir por la borda.
Existen varias explicaciones para la codicia de las personas que rigen nuestros destinos. Por un lado, la necesidad de seguir ejerciendo el poder a toda costa, algo lógico cuando son las mismas castas dirigentes las que desde siempre hacen que bailemos a su ritmo tanto a nivel político como económico. Esto enlaza con el segundo punto, el afán incombustible de dichos personajes oscuros para enriquecerse más allá de lo que necesitaría en miles de vidas cualquier persona normal y corriente. Tampoco debemos olvidarnos de las oligarquías de los países emergentes, que avivan su necesidad de mérito y enriquecimiento sobre la opresión de muchos de sus ciudadanos.
No quiero hacer un alegato sesudo sobre causas y efectos de la situación actual del medio ambiente en nuestro planeta. Solo basta con salir a nuestras calles y respirar un aire que tiene de todo menos limpio, o mirar los atardeceres liliáceos del cielo de muchas de nuestras grandes ciudades, para darnos cuenta de que la herencia que estamos dejando no está siendo demasiado halagüeña. El problema será cuando el planeta, ese ser vivo del que formamos parte, diga basta, y comience a desfallecer. Es el momento de pedir a nuestros políticos que reaccionen, que se muevan por un futuro mejor para todos nosotros, presentes y venideros. Y si no lo hacen, si no apoyan la vida en el planeta, solo hay que decirles ¡váyanse ustedes a la mierda!