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11 de marzo de 2012

La pregunta de sus ojos.



La verdad es que la novela de Eduaedo Sacheri no es una novedad editorial,lo reconozco,como tampoco lo es la película de Ricardo Darín que basa su argumento en la historia del libro.
Sobre la película poco puedo decir, pues reconozco que no la he visto, por lo tanto, mea culpa, nada que opinar, pero la novela la acabo de terminar, y sobre ella si que creo poder dar opinión.
Recomiendo intensamente su visita a cualquier lector capaz de disfrutar de una lectura pausada,tranquila, casi pasiva. No quiero decir que no haya acción narrativa, no, solo intento disuadir a todo aquel que no esté dispuesto a la contemplación subjetiva de una historia de perdedores, tal vez previsible, pero, precisamente, esa pasividad en la sorpresa es lo que termina dando contenido y sentido a lo que se quiere explicar. Todo se envuelve en un ambiente de fatalismo radical en lo inevitable, lánguido en su desarrollo.
Una lectura, en definitiva, muy recomendable desde la perspectiva del sosiego lector, en la cual no es tan importante el qué, como el como se explica este.

29 de febrero de 2012

El mapa del cielo.

Este es un booktrailer, algo así como lo que suena, es decir, el trailer de un libro, un género que desde hace unos años está revolucionando la comercialización editorial por internet. Este es realmente interesante, por estética y por originalidad. Todo un mundo se abre ya para la promoción de las obras de los autores independientes. Ahora solo hay que esperar que la novela esté a la altura de lo que se nos anticipa, y no sea como muchas películas, que nos defraudan en el posterior y completo visionado. Aunque para ello solo queda un camino: leer al autor, ¿no os parece?



27 de febrero de 2012

Si supieses.



Levanté la vista del periódico y vi, de soslayo, tu rostro distraído y el sol reflejado en tu pelo enmarañado. Tu sonrisa, en aquel instante, cautivó mis dudas desde el principio de mis instintos, ya irreprimibles e irrefrenables. Y fue por eso por lo que no pude luchar contra la necesidad que me estaba poniendo asedio, ya claudicado y desarmado. Así que te asalté, distraída, mientras recortabas las hojas caducas de aquella planta que te regalé hace ya dos primaveras, y te estampé un beso intenso en los labios. Traicionero por lo imprevisto, pero suave por su ejecución. Solo rozarte era suficiente, no quería, no hubiera soportado, romper el momento, tu silencio. Luego volví a mi periódico y a mi silla, con una complicidad interior, mientras tú sonreías sin mirarme, pero con un aire de a qué ha venido eso. Si supieses que ni yo sé por qué pasa tan deprisa el tiempo.