Vivimos en un país inexacto, sin duda. ¿Porqué digo esto? A raíz de las acampadas y manifestaciones de los Indignados, se han producido una serie de situaciones que han puesto a la clase política delante del espejo, enseñando sus vergüenzas a todos, pero sobre todo a ellos mismos. Ahora toca que realmente se vean y descubran, ¡oh!, sorpresa, que están haciendo las cosas rematadamente mal, comportándose como una auténtica casta, la de los políticos de carrera, en la cual no arriesgan nada, ya que ni los jueces son capaces de apartarlos de sus cargos, y para colmo son los mismos ciudadanos los que les siguen votando. Y es que este país se merece lo que tiene, y tal vez sea lo correcto, pues de donde hay un hilo de agua no puedes esperar un manantial. Y todos a beber de la fuente, claro.
Es significativo también que, como ha pasado, cuando a un indignado le toque la lotería, abandone a sus compañeros. El dinero no entiende de patrias, parece decirnos en su huida, y tampoco de ideologías, ya que es una por si mismo. No es igual tener valores que tener billetes, parece haber pregonado este desertor a la causa con su acto de huida. Un yo a lo mío de lo más elocuente. Algo así como un ande yo caliente..., pero multimillonario. Yo si que estoy indignado con ese indignado, pero también con las cargas policiales, con los alborotadores que desvirtúan el mensaje del pueblo en beneficio de una más que discutible necesidad de guerra de guerrillas, pero sobre todo con unos políticos que, teniendo que trabajar para el pueblo, y muy bien pagados que están por ello, lo único que parecen buscar es el propio enriquecimiento personal a través del abuso de poder.
Y es que a veces dan ganas de coger la tienda de campaña que guardo desde hace veinte años en el altillo, e irme a plantarla a otro país menos inexacto que este, donde los mensajes de sus políticos no estén tan llenos de proclamas al seguidme a ciegas, sino que sus ciudadanos sepan a quien eligen realmente para guiarlos. Por favor, que alguien me de un mapa para poder llegar.
Es significativo también que, como ha pasado, cuando a un indignado le toque la lotería, abandone a sus compañeros. El dinero no entiende de patrias, parece decirnos en su huida, y tampoco de ideologías, ya que es una por si mismo. No es igual tener valores que tener billetes, parece haber pregonado este desertor a la causa con su acto de huida. Un yo a lo mío de lo más elocuente. Algo así como un ande yo caliente..., pero multimillonario. Yo si que estoy indignado con ese indignado, pero también con las cargas policiales, con los alborotadores que desvirtúan el mensaje del pueblo en beneficio de una más que discutible necesidad de guerra de guerrillas, pero sobre todo con unos políticos que, teniendo que trabajar para el pueblo, y muy bien pagados que están por ello, lo único que parecen buscar es el propio enriquecimiento personal a través del abuso de poder.
Y es que a veces dan ganas de coger la tienda de campaña que guardo desde hace veinte años en el altillo, e irme a plantarla a otro país menos inexacto que este, donde los mensajes de sus políticos no estén tan llenos de proclamas al seguidme a ciegas, sino que sus ciudadanos sepan a quien eligen realmente para guiarlos. Por favor, que alguien me de un mapa para poder llegar.