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10 de enero de 2008

Opinión. Sobre las primarias demócratas a la presidencia usa.


Esta semana se ha producido el segundo asalto en las primarias del partido demócrata en New Hampshire, después del de Iowa, de cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Es el principio de una carrera apasionante. Desde luego, sin ningún tipo de comparación desde el bando contrario, el de unos republicanos básicamente católicos integristas, y basando totalmente sus ideas en el mantenimiento de postulados caducos y reaccionarios del candidato McCain, es decir, de total continuidad con la línea del actual presidente Bush.

En el bando demócrata, sin ninguna duda, la lucha promete ser encarnizada entre Barak Obama y Hillary Clinton. En lo básico, es la lucha de dos primeras veces. Es decir, que quien gane de los dos la carrera como candidato, se postulará como el primer presidente en la historia del país. O la primera presidenta mujer, o el primer presidente negro. Algo así como cuando Kennedy fue el primer presidente católico.

Y esta, precisamente, es la figura que ha utilizado Barak Obama para mimetizarse. Prefiere presentarse como un descendiente de Kennedy que de Martin Luther King, seguramente con la intención de enganchar a su tren los votos de la comunidad blanca. O tal vez de no perderlos.

Mientras tanto, la senadora y ex primera dama, la señora Clinton, respira ese aire de pertenencia a la casta alta de los liberales americanos, intentando dar seguridad a una imagen cada vez más tendente al derroche de seguridad. Tal vez sea para compensar la falsa idea del estereotipo de la mujer americana en política, siempre detrás de la figura de su marido, se ha remarcado la idea de que ella, en el fondo, ya fue presidenta del país, detrás de la blanda figura de su marido. Ella la fuerte, ella la rígida, ella la verdadera patrona de la etapa de gobierno de su marido.

Para ver que realmente esto es así en ambos casos, solo hay que visitar sus páginas web de campaña, y quedar impregnados de los respectivos mensajes subliminales. Hillary la dura, la institucional. Obama el joven, el familiar. Los dos un cambio posible dentro de las estructuras de poder de los Estados Unidos de América. Una apuesta difícil para el ciudadano medio americano, delante de la seguridad en los valores que les proporcionará el candidato republicano.

Dentro de sus programas, pocas diferencias. Los dos proclaman el final de la guerra en Irak. Ambos hablan de la familia. Pero mientras la precandidata Clinton refuerza su mensaje tras la acción social, el apoyo a la mujer, y el cambio económico, el fortalecimiento de la clase media, o un programa de innovación, el precandidato Obama incide en la inmigración, en la ecología, y en una limpieza en los hábitos del poder en Washington.

Veremos que pasa de ahora en adelante, pero creo que será la figura de Hillary Clinton la que veamos en la línea de salida de la carrera electora presidencial. Suerte a ambos, que la necesitarán.