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7 de octubre de 2008

Sobre seres imperfectos.

He leído esta mañana una noticia. Decía que una mala soldadura en una de las 10.000 conexiones del sistema, es la causa más probable del fallo que obligó a detener al acelerador de partículas más grande del mundo días después de su inauguración. Y todo esto debido, por lo que parece, a un fallo humano. La verdad es que eso nos tendría que hacer reflexionar sobre el hecho del control total de las situaciones. A pesar de que los seres humanos creamos que podemos asegurarnos que nada saldrá mal, eso es imposible. Siempre existirá el factor riesgo, por mucho que intentemos perfeccionar las situaciones, por muy bajo que pueda ser el porcentaje de fallo. Y es precisamente en este pequeño porcentaje de error, donde se esconde la posibilidad de desastre. Es la teoría del caos. Porque, muchas veces, y mucho más en una sociedad controladora como esta, el más pequeño factor desestabilizante se exponencializa hasta romperlo todo. Frases como "era una pieza pequeña, casi sin importancia" es habitual en la explicación de los desastres de gran magnitud tecnológica. ¿Y porqué? podemos preguntarnos. Creo con sinceridad que simplemente porque, en última instancia, casi todo en esta esfera imperfecta que es el mundo, depende del factor humano. Y ya se sabe, cuando las cosas dependen de nosotros, la tendencia es que algo pueda fallar. Porque somos falibles, porque somos imperfectos, y eso es lo que nos distingue del resto de la naturaleza. Somos la victoria de la imperfección, del fallo, pero también de la superación. Sin errores no hay evolución, o al menos esta es mucho más lenta. Y los seres humanos fallamos tanto...