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10 de junio de 2009

Cualquier cosa bajo el cielo.

Esta mañana, como casi todas las de mi semana, estaba preparando el desayuno para toda la familia, antes de la estampida general, cada uno a trabajar o estudiar, y mientras hago esto, tengo de fondo las noticias de la televisión. Hoy, de estas, la que más me ha llamado la atención no ha sido ninguna que tuviese que ver con la crisis mundial o local, con el precio del petróleo, el cambio climático o la violencia de género. Lo que me ha impactado, y perdón por la posible frivolidad en comparación con las diferentes noticias catastróficas que son el pan de cada día, ha sido la imagen, en primer plano, de unos policías apuntando a otros. Esto ha sucedido en México, pero si la televisión no hubiese tenido sonido, aún ahora juraría que se trataba de estados Unidos. Pistolas, rifles, cascos, uniformes, violencia. Pero en la imagen me faltaban los "malos" habituales. ¿Donde estaban los ladrones, los antisistema, los narcotraficantes? Allí solo se veían policías con uniformes negros apuntándose unos a los otros. Y en esa mezcla de imágenes, se hacía difícil saber quienes eran los que defendían la ley y quienes la estaban violando. Si me dicen que es una secuencia de una película yankee me lo creo, y además pienso que estos de Hollywood son unos exagerados. Sin embargo, lo más significativo de las imágenes era que, si en lugar de policías locales contra federales, les hubiésemos cambiado sus uniformes por ropa rapera, tatuajes, y peercings, y hablásemos de dos bandas callejeras rivales, ahora hablaríamos de la inseguriad en las calles. Y es que, cuando la realidad supera a la ficción, la interpretación de aquella nos deja alejados de la profundidad de los hechos. ¡Y para que luego me digan que yo soy el que tiene demasiada imaginación!