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28 de noviembre de 2009

De mis pequeñas cosas

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Puede que a quien lea esto no le importe, pero estos días en los que parece empezar, por fin, tímidamente el invierno sobre mi ciudad, un sentimiento de vago desperezamiento (perdón si he inventado la palabra) asalta la puerta trasera de mi realidad. Todo se hace más introspectivo, y no se si eso es debido a la lluvia o a las hojas que comienzan a caer sobre las calles, pero valoro con fuerzas sobrevenidas las pequeñas cosas que me ofrece la vida que entre el destino y yo mismo hemos construido hasta ahora. Pienso en el otro día, domingo por la tarde, después de una perezosa sobremesa, jugando una imposible partida de ajedrez con mi hija pequeña, en las que ella siempre me gana, en las que ahora empieza a comprender, curiosa paradoja, que la reina es la pieza que más y mejor se mueve sobre el tablero a pesar de que todo se termina con el mate al rey. Tal vez aún sea pequeña para ver algún paradigma en ello, pero estoy seguro que todo llegará, aún tiene nueve años.

Mientras escribo estas pocas líneas, recuerdo con una sonrisa el poema de Machado que Marina me leyó hace un par de semanas. Era la primera vez, a pesar de los años, que ella me leía poesía, y sentí cómo puede ser cualquiera el momento de la vida en el que las cosas importantes surjan. Y para mi ese es un momento tan importante como recordar los nervios que pasé el día que nació hasta que vi asomar su cabecita. Su vida comenzaba, y la mía cambiaría para siempre. Y entonces te das cuenta que hay cosas que valen la pena. Pero eso le pasa a casi todo el mundo.

También surgen momentos dentro de la vida en los cuales tus amigos te necesitan, aunque sea solo para ser escuchados, y es entonces cuando reconoces el valor de poder ofrecer lo más valioso que tenemos dentro, que es la comprensión. Viejos amigos, nuevos amigos, todos merecen la pena, todos nos acaban dando más de lo que les ofrecemos. Porque en eso radica la amistad, en aprender los unos de los otros.

Son estos solo unos pocos ejemplos de lo que un día de nostalgia me trae a la cabeza. Ejemplos personales de pequeñas cosas que nos ofrece la vida a cada uno. Seguro que quien esté leyendo esto tendrá los suyos propios, porque cada uno da forma a su vida de formas distintas. Pero lo que es cierto es que, si nos paramos a pensar un instante, nos daremos cuenta que lo que verdaderamente nos da sentido como seres humanos son las pequeñas cosas. Las importantes. Un abrazo, una sonrisa, un beso, unas palabras, una cálida conversación con un amigo, la mirada de los hijos, un libro, escuchar una canción, escribir una carta, soñar despierto, dormir acompañado…solo hay que imaginar, y veremos que hay muchas más de las que creemos. Porque si, las cosas más grandes son las pequeñas cosas.