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19 de noviembre de 2009

El juramento

Amanecer_en_la_pedriza

Este cuento lo publiqué hace mucho tiempo en una página de internet. Rescatarlo ahora viene a ser un ejercicio de arqueología personal. No esperéis gran cosa, es corto y además un poco ingenuo.

-¿Ésta muerta? -preguntó lentamente; como si las palabras, que parecían arrastrarse en sus labios, no estuvieran llenas de curiosidad.
- Eso parece- contestó el jefe de la policía.

El sol emergía entre las montañas que rodeaban el pueblo. A lo lejos, un aullido persistente de los perros rompió con la calma que todo lo rodeaba, inmutable al paso del tiempo. Las nubes, apareciendo imprevistas tras un cielo oblicuo, se tornaron negras de pronto, y la niebla pareció entonces llegar de ninguna parte, para destruir el sosiego que había reinado en el pueblo durante tantos años. Como lo había hecho la muerte aquella tarde.

La noche cayó inmisericorde sobre las calles del pueblo, acompañada tan solo por el sordo sonido de los grillos, y el rumor lejano del río que lo bordeaba todo. Las casas, con sus puertas bien cerradas, eran pequeños mundos hipócritas. Y sin embargo, detrás de todas aquellas sordas puertas, junto a los pucheros, bullían historias con sorda vida propia.
- Dicen que fue el maestro quien la mató.

- Yo no la maté-repitió súbitamente, los puños apretados sobre la mesa.
- Entonces, ¿quién fue?

-¡Llegué y estaba muerta! ¡Usted está loco! ¡Está empeñado en acusarme, y todo porque no le caigo bien! - gritó desesperado.- ¡yo no la mate! Soy inocente, y no me pueden culpar de algo que no hice.

-¿Estás seguro?- le dijo el otro sin mirarle a la cara.

- Pero… ¡tengo derecho a un abogado!

-Es que uno de sus hijos es tu alumno- el otro no pareció perder la paciencia.

-También dicen que el doctor es de armas tomar, que tiene muy mal carácter. ¡También podría ser él! ¿Por qué he de ser yo?

-¿Y por qué no?

La mañana lo sorprendió sin dormir, se sentía cansado y enfermo.

Recordó la tarde en que ella le confesó que lo amaba, que dejaría al doctor, a sus hijos, por él. Le hizo jurar que nunca lo contaría. Él le dijo que se llevaría el secreto a la tumba, y que nunca rompía una promesa.