Nunca sabré cuando izar las velas,
ni si alguna vez anclaré junto a la orilla,
alguna orilla, que me preste cobijo de las tormentas que,
incansables, azotan las playas ocultas.
Partir es remar contracorriente,
desembarcar fuera de uno mismo, de siempre lo mismo,
para buscar aquello que aún no se ha encontrado,
y que tal vez no exista,
mientras el horizonte se aleja a la espera del regreso,
nunca definitivo.
Sé que cuando vuelva, regrese del viaje, ya no seré el mismo yo,
ni espero que me reconozcan, ya que el tiempo todo lo cambia,
todo lo puede, así que solo queda acompañarlo.
Y siempre buscar, nunca dejar de ir buscando,
intentando para siempre borrar la palabra imposible.