La razón es intrínseca al ser humano. Es decir, que solo los humanos parecemos capaces, entre el resto de especies del planeta, de razonar. Sin embargo, lo que me interesa, en el fondo, no es el razonamiento que tenemos las personas, sino la razón como voluntad por parte de cada uno de nosotros para imponer nuestro criterio. Tener razón… ¡qué complicado!, ¿no? Hay peleas entre religiones, entre países, entre personas, y todo por saber quién tiene razón. O más bien por ver quien impone la propia. Y yo me pregunto, ¿qué más da? Si, en el fondo, ha de ser uno mismo el convencido. Si otro cree tener la razón, por el mismo convencimiento que yo, y mis argumentos no le convencen, por mucho que yo piense que estoy en lo cierto, ¿merece la pena perder fuerzas intentando convencer a alguien? Que cada uno piense lo que crea, pero yo estoy casi convencido que no. Porque, ¿quién soy yo para imponer mi criterio intentando rebatir los de otro? Por eso, creo humildemente que solo cabe una cosa. Escuchar. Comprender. Y sobre todo, aprender.