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25 de marzo de 2008

El ejército romano durante la República.

El ejército romano estaba formado por diferentes unidades. Básicamente encontramos la legión, integrados ineludiblemente por ciudadanos romanos. Luego las tropas auxiliares, formada por aquellos que no disponían de ciudadanía, y finalmente la caballería.

El concepto militar se sustentó en época republicana debido a las necesidades de constitución, control y reforzamiento del territorio. Aunque con el paso del tiempo influirán otras razones, como las económicas.

Durante la época republicana, las legiones se constituían en torno al ciudadano como soldado, estando compuestas por unos cuatro mil hombres, articulados en centurias de unos sesenta u ochenta soldados. El reclutamiento, en aquella época, se hacía en función del censo, por lo que se basaba en cinco clases que, debido a su capacidad económica, básicamente a la propiedad de la tierra, debían prestar un servicio armado, y en el que cada ciudadano debía pagarse su propio equipamiento y manutención, y de ellas una, los proletarii, eran ciudadanos que estaban exentos del servicio militar, ya que eran pobres para pagarse equipo necesario. En época republicana, y debido a estas coordenadas, tanto la dirección del ejército romano, como la propia actividad militar, estaba dominada por la aristocracia. Debido a la crisis permanente que este sistema presentaba, a finales del s. II a.C., Mario efectuó una reforma definitiva, y que fue el primer paso hacia la profesionalización final del ejército romano, basada en la incorporación de los proletarii en las legiones, lo que les permitía solucionar sus problemas económicos.

En el equipamiento del soldado republicano coexistieron, sin uniformidad alguna diversos tipos de armas dependiendo de las funciones o tareas a realizar por parte de cada una de las tropas o de su ubicación geográfica, ya que muchas de las tropas auxiliares conservaron, durante largo tiempo, piezas de su equipo tradicional de combate. A finales de la época republicana, el armamento básico, tanto del legionario como de las tropas auxiliares, comprendía un casco, una coraza y un escudo como armamento defensivo, y espada corta o larga, puñal y pilum.

La vida del soldado era dura y, aparte del entrenamiento y la actividad lógica de la lucha, los soldados realizaban también todo tipo de tareas, como carpintería, construcción de calzadas u otras obras públicas, además de tareas de abastecimiento del ejército. El servicio activo duraba normalmente, unos 20 años, con variaciones según las épocas. Una vez cumplido este período, los soldados licenciados, obtenían diversas ventajas jurídicas y compensaciones económicas.

En definitiva, las legiones se convirtieron en instrumentos de poder y supremacía, además, sobre todo en época imperial, en importantes piezas de romanización.