Anoche tuve la suerte, porque no puedo definirlo de otra manera debido a la magnitud del espectáculo, que llega incluso más allá de las más de tres horas de concierto, de vivir en directo el primero de los dos conciertos que Bruce Springsteen ofrece en Barcelona. Es cierto que cuando, como es mi caso, estás en este tipo de acontecimientos por trabajo, lo que vives es un poco lo que las circunstancias te permiten, y las sensaciones que vives a pie de pista son diferentes que el público en general, pero os aseguro que en muchos momentos de la noche tuve que abstraerme y utilizar mi fuerza de voluntad, que reconozco efímera y selectiva, para no seguir el ritmo de algunos temas.
No soy fan del Boss, lo reconozco también, pero me encantan sus canciones más populares, en eso no soy ningún héroe, y anoche noté momentos de extrema comunión entre él y sus fervientes seguidores.
En fin, que espero que el de hoy sea otro acontecimiento como el primero, y que yo ya pueda decir dentro de unos años que he asistido a los dos magníficos conciertos que el músico de New Jersey ha dado en Barcelona este año. Siempre podemos dejarnos llevar por la corriente del río que es nuestra vida.