Buscar este blog

17 de julio de 2010

Esperar doscientos años…

                         mujer

Bueno, ahora que me he vuelto a poner en esto de escribir, espero que la cosa no sea tan oscura como la última vez que lo hice. Esta vez, para no ser original, me gustaría tratar el tema de lo que esperamos cada uno. De los demás y de nosotros mismos. De lo que queremos ser o de lo que creemos ser. Porque, en el fondo, nunca estamos satisfechos con nosotros mismos. Sería, y perdón por si alguien se siente ofendido, estúpido pensar que somos tan perfectos como para no desear ser mejores. Porque si, aceptarse como se es está bien, pero negar que nos gustaría mejorar en algo, sería demasiado miope. Porque tanto física, como intelectual, como moralmente, todos tenemos, en alguno de estos campos o más bien en todos, alguna limitación. Yo levanto la mano el primero, y acepto ser lapidado por envidiar la seguridad en sí mismas que tienen algunas personas. Me encantaría no estar todo el día evaluando mis posibilidades en cuanto a como soy, o si puedo hacer. Confianza en uno mismo, parece que de eso se trata. Sin embargo, llegar a la conclusión que con confianza en nuestras posibilidades, con fe en nosotros, con querer es poder, creo que es un error. Siempre he dicho que cuando queremos conseguir alguna cosa, alguien más está dispuesto a hacerlo también. Y si no, muchos más. ¿Y quien nos dice que nuestras capacidades son mejores que la de ellos, y que solo queriendo podremos conseguir lo que queremos? Estoy seguro que nadie. Porque el temor nos da prevención, eso si, si no caemos en el miedo, que a lo que lleva es a la parálisis. Por eso, como todo en la vida, la justa medida está en el equilibrio. Sin embargo, encontrarlo es más complicado que hacerlo con el punto G en las mujeres. Es como descubrir la cuadratura del círculo. Porque somos humanos, y por lo tanto tremendamente proclives a la imperfección. No nos podemos creer a nosotros mismos la medida con la que medir a los demás. Eso sería tanto como ignorar la individualidad. Y lo que a mi me gusta es que la gente que me rodee sea diferente entre si. Porque eso nos aporta mucho más que un estereotipo. Buscar lo hermoso de la imperfección. O mejor aún, ir más allá de esta. Porque, como he dicho, querer ser mejor está muy bien, pero eso no puede llevarnos a apartar de nosotros a quienes nos parecen poca cosa. Todos nos podemos aportar. Aunque para ello tengamos que esperar doscientos años….

4 de julio de 2010

Bajo los restos de un naufragio

                ___a_dream_on_our_way_to_death_by_foureyes

Se que llevo cierto tiempo sin escribir. Unos tres o cuatro meses en concreto, y aunque lo necesitaba, cada vez que me ponía delante del teclado, las ganas, las ideas, se desvanecían por falta de voluntad, tanto que no se si el título que utilizo ya lo he utilizado antes. No importa, ha salido así. Es verdad que el mundo no se ha perdido nada por este tiempo sin que haya escrito alguna cosa sobre algo. Lo se. No soy egocéntrico ni narcisista. El que ha perdido algo durante este tiempo he sido yo mismo. Y no es que haya sido una pérdida irrecuperable, pero lo que no hacemos durante un lapso determinado de nuestra vida, ya nunca lo podremos hacer, o al menos de la misma manera. Tuve un naufragio. No ha sido nada importante. Visto ahora que ya he salido de la oscuridad, creo que podría haber comandado mi vida de una manera más hábil. Pero las tormentas se presentan sin avisar, y a mi me llevaron, sin darme casi cuenta, contra unos acantilados que no pude sortear. Ahora que la tormenta ha pasado, y que me siento como si el sol comenzase a calentarme poco a poco el rostro, creo haber encontrado, como si fuese un Robinson Crusoe, cosas maravillosas entre los restos de mi propio naufragio. No puedo personalizar, la indiscreción sería obvia, pero he encontrado grados de amistad que imaginaba, aunque ahora me lo han confirmado. También apoyo de los que más me quieren, y eso no podría agradecerlo ni viviendo las diez vidas que desearía ahora vivir. Porque todos tenemos nuestros naufragios. Unos más importantes que otros, y de eso soy consciente. Hay enfermedades contra las que la lucha parece no terminar, y para las que el valor y el optimismo son imprescindibles, y de eso tengo una amiga a la que quiero y admiro, que es un ejemplo de como superar lo que se presenta como una batalla casi perdida. Pero también tengo otro amigo que arriesgó mucho en un sueño, una ilusión, que al final no ha podido ver cumplida. Conozco a quien lucha diariamente por salvar una vida que parece imposible de llevar, porque la soledad de uno ha de reemplazar el pasado de dos, y hacerlo con la cara de la alegría porque sus hijos son lo más importante que tiene. A quien ha de arremeter contra la inseguridad que da el perder el trabajo injustamente, y que a pesar de eso, me ha apoyado a mi en mi propia circunstancia. Todos ellos han tenido un naufragio peor al mío. Los conozco y lo se, y como ellos más. Pero para cada uno, lo que ha padecido es lo suficientemente importante. Tal vez lo mío no lo haya sido tanto. La perspectiva hace que todo lo relativicemos, y el tiempo que nuestra memoria escoja los momentos menos angustiosos. No lo sé. Solo espero haber aprendido lo suficiente por si vuelvo a naufragar, salir lo antes posible de debajo de los restos. Gracias por escucharme. Tenía que volver a escribir.