Buscar este blog

3 de octubre de 2011

El dilema del pingüino.

-No sé qué hacer.

-Es normal, yo en tu lugar también dudaría, y es que es una decisión lo suficientemente complicada como para tomárselo muy en serio.

-Juntos, lo sabes, la cosa va bien, pero es que cuando imagino lo que debe ser por separado… creo que el no probar a ver si funciona, es perder una oportunidad.

-Eso, solo es intentarlo.

-No sé, parece lo lógico, pero sabes que soy alguien de costumbres fijas, y que me cuesta cambiar. Yo ya estoy acostumbrado. Además, ¿y si no me gusta, luego qué hago? ¿Volver a lo anterior? Demasiado tarde, seguro.

-Si me dejas darte un consejo, creo tienes que probarlo. No puedes estar el resto de tu vida pensando que pierdes la oportunidad de encontrar algo mejor por miedo a cambiar.

-Lo sé, lo sé, y es razonable, pero sabes lo fiel que soy y lo duro que sería pensar que he estado tantos años de mi vida equivocado.

-Mejor es abrir los ojos tarde que nunca, amigo. Mírame a mí, yo di el paso hace ya tiempo, y te aseguro que no me arrepiento en absoluto, tú me has visto y lo sabes. Ahora bien, si lo que no quieres es cambiar nada, eres libre de seguir con todo igual que hasta ahora, aunque la pregunta es precisamente esa. ¿Tú quieres otra cosa, hacer algo nuevo en tu vida?

-Mira, ¿sabes qué?,...me has convencido. Ya no necesito pensar más…camarero, por favor, hoy el Martini me lo hace con tres onzas de Ginebra Bombay, un dash de Vermut extra seco, y una aceituna…eso si, en vaso enfriado en lugar de cubitos de hielo…

-¿Ves como no era tan difícil? Ya verás cómo a partir de ahora no le volverás a poner hielo al Martini. Por cierto, ¿ya has llamado a tu secretaria para quedar el fin de semana? Mira que tu mujer un día te atrapará en la mentira.

-Bueno, si eso pasa, me separo y listos...¿qué problema hay?