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17 de mayo de 2009

La imposibilidad de escribir

                 La desilusión toca la puerta

Dicen que la tristeza, el desengaño, el dolor, la decepción, son en muchísimas ocasiones la mejor compañía del escritor. Que inspiran mucho más que la alegría, la euforia o la complacencia. Siempre he pensado cual sería ese mecanismo oculto que hace que un estado depresivo sea más creativo, cómo funciona, y sobre todo, qué hace que una visión negativa haga discurrir con mayor intensidad el lado artístico de nuestro cerebro. Tal vez sea que la desilusión crea una mayor necesidad de expresión. O será el ánimo de venganza hacia una persona que nos ha hecho daño. O tal vez todo se base en la melancolía, en la necesidad de recordar aquello que hemos perdido. No lo se, pero creo que todo debe basarse en algún estímulo que nos lleve a necesitar expresar nuestro estado de ánimo. Porque no hay nada más triste, más vacío, que escribir por encargo, sin alma. Bueno, si, hacerlo sin ilusión, sea cual sea esta. Porque sin ilusión no hay emotividad, y sin esta no hacemos más que enlazar palabras con palabras, pero sin corazón detrás, sin nada que decir. Sin nada que transmitir.