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22 de septiembre de 2008

Nunca palabras tan hermosas se han vuelto a escribir.


Y es que estos días he estado releyendo Paula, de Isabel Allende. Nadie como ella me ha hecho escapar una lágrima en la lectura de sus páginas. Por un momento me ha trascendido el personaje, la escritora, y todo ha cobrado sentido. Dicen que releer un libro es volver a repetir una historia de amor pasada. No estoy de acuerdo. Volver a leer las frases, las palabras de un libro al cabo del tiempo, es descubrir algo nuevo, porque nuestros ojos han cambiado. Nosotros no somos los mismos, ni nuestras inquietudes, ni nuestros anhelos, ni todo aquello que la vida ha ido llenando en nosotros. Por eso cada vez que leemos un libro, aunque sea el mismo, no lo es. Aunque un autor escriba la misma novela en todas sus novelas, cada una de estas ejerce de prisma que refleja la realidad cambiante de cada lector.
He aquí palabras tan hermosas... Paula, llevas un mes dormida, no sé cómo alcanzarte, te llamo y te llamo, pero tu nombre se pierde en los vericuetos de este hospital. Tengo el alma sofocada de arena, la tristeza es un desierto estéril...