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16 de noviembre de 2007

300, de Frank Miller.



Ahora que ya han pasado unos cuantos meses desde el estreno de la película de Zack Snyder basada en la obra gráfica de Frank Miller, creo llegado el momento de hacer una serie de consideraciones.
Si visualmente la película deslumbra, si tiene un ritmo de escena muy dinámico, e incluso una relativa fidelidad con la obra gráfica, el resultado difiere un poco de lo que transmiten los nerviosos trazos del dibujo de Miller. ¿Y porqué? Tal vez lo que más me ha llamado la atención es el cambio de espíritu dentro del personaje de Leónidas. Si, porque considero que mientras en el cine vi a un rey que más parecía un condotiero, alentando a sus exiguas fuerzas a luchar por un ideal de nación, en la obra de Miller, este protagonismo está centrado en la unidad. Podríamos decir que los espartanos no representan a Esparta, si no que son Esparta misma. En este caso, Leónidas no pasa a ser más que el cerebro pensante que sobresale de los demás, muchas veces abrumado por la responsabilidad de tomar la decisión correcta. Desde luego, y bajo mi humilde prisma, abogo sin dudar por la idea de Miller, aunque deshumanice más la historia, y aunque la haga más seca y torturada.
Por otra parta, la presencia testimonial de la reina en la obra de Frank Miller, en comparación con todo un hilo argumental que le presta Snyder en su película, no hace más que reafirmar la idea central de la obra, libre de tramas accesorias. No se puede eludir el destino, y la única manera de conseguir la victoria es la unión delante de la adversidad, por muy difícil que se presente una empresa.
De esta manera, frente a la brillantez y espectacularidad de Snyder, que basa la tragedia en la elocuencia de la historia que cuenta, me decanto por el oscuro trazo pictórico de Miller, desnudo de elementos accesorios, y centrado en la brutalidad de lo que se intuye, de lo que no se describe.
En definitiva, creo que, después de releer la obra gráfica tras ver la cinta, me queda la sensación que son dos significados distintos, con un envoltorio semejante, tal vez hijas cada una de su tiempo.