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18 de noviembre de 2007

Sobre Lucio Boreno y Tito Pullo


Con la segunda temporada, y parece que definitiva, de la sensacional serie Roma, de la cadena HBO, tendremos que despedirnos de una de las pocas recreaciones y ambientaciones por encima de la dignidad, descarnada, eso si, que se nos ofrece en la televisión de hoy en día, sobre esta época histórica. Gracias al trabajo del historiador Jonathan Stamp, así como la ambientación de April Ferry, hemos podido retrotraernos fielmente a un mundo ya desaparecido. Desde luego, la serie resulta carente de la categoría literaria que consiguió la BBC, allá por los setenta, con la mítica I Claudius. Pero bueno, ya se sabe, Robert Graves solo ha habido uno (si no, solo hay que leer el relato La epopeya ya no está de moda).
Como referencia y dato curioso, los guionistas de la serie extrajeron la figura de los dos personajes principales, del libro XLIV de La guerra de las Galias, de Cayo Julio César. Y si realmente aparecen, es como un referente meramente anecdótico del espíritu de las legiones.
Esta escena aparece representada, de forma sesgada por supuesto, en el primer capítulo de la serie. Veamos como queda reflejado el hecho, bajo el prisma de César.
Había en esta Legión dos valerosos centuriones, Tito Pullo y Lucio Boreno, a punto de ser ascendidos. Estaban compitiendo continuamente sobre quién de los dos debía ser el elegido. Pullo, en el fragor del combate gritó "¿En qué piensas Boreno? ¿Cuánto piensas esperar para combatir? Hoy se decidirán nuestras diferencias". Dicho esto, salta las defensas y carga contra el enemigo, por la parte más fuerte. Temiendo las miradas de los otros legionarios, Boreno le sigue a corta distancia. Pullo dispara su lanza contra el enemigo, y traspasa a un galo que se adelantaba, matándolo. Enseguida sus compañeros le protegen con los escudos, revolviéndose luego contra Pullo, y cerrándole el paso. Le atraviesan la rodela, quedando clavada la punta en el tahalí. Esto hizo que, por desgracia y a pesar de su esfuerzo, no pudiese desenvainar su espada, estando cada vez más rodeado por el enemigo. Entonces, en su defensa y ayuda, acude Boreno, atrayendo éste los disparos enemigos, y dando a Pullo por muerto ya. Entonces, Boreno, espada en mano, se arroja sobre ellos, batiéndose cuerpo a cuerpo, y matando a uno, hace retroceder a los demás. Persiguiéndolos, resbala cuesta abajo, cayendo al suelo. Entonces Pullo, viéndole rodeado por enemigos, corre a su vez a socorrerle, y ambos, luego de matar numerosos enemigos, vuelven a sus posiciones, entre los vítores de los legionarios. De esta manera, ambos se defendieron mutuamente, sin poderse discernir cuál de los dos era el más valiente.

Cayo Julio César, La guerra de las Galias Libro XLIV