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11 de marzo de 2009

El tiempo.

Que el tiempo pasa, es una evidencia. Que cuando somos felices pasa demasiado deprisa, y cuando somos desgraciados demasiado lento, resulta inevitable. No podemos hacer nada por controlar el paso del tiempo. Vivimos sobre él, pasando por por encima de los segundos, minutos, horas, semanas, años, como por una cinta transportadora, y cuando nuestro momento en esta vida acaba, nos esfumamos como el genio de la lámpara. Hay gente que lleva bien el paso del tiempo, comprendiendo que lo inevitable de su camino hace que tengamos que disfrutar cada momento. Hay otros que sufren como tragedia el que el tiempo pase, sin pensar que es una suerte que eso suceda. Claro que a todos nosotros nos encantaría poder estirar como a la plastilina cada instante. Por supuesto que quisiéramos que nuestro tiempo se extendiese, feliz, en la inmensidad del transcurrir de la historia. Sin embargo, todo esto es subjetivo, como creo que ya he dicho. Y no hay fórmulas mágicas que nos ayuden. Somos nosotros, como de costumbre, los únicos que podemos conseguirlo.