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14 de enero de 2009

El hombre confiable.

Existen dos tipos de personas en este mundo, según mi forma de ver las cosas. Una, el improvisador, que todo lo deja para el final, que prefiere esperar a que los hechos sucedan por si mismos, y luego tomar la decisión cuando no queda más remedio. Es una persona contemplativa, que todo le parece bien, que evita las confrontaciones y las tomas de decisiones, que siembra su espíritu de esperanza para poder sobrevivir a las situaciones que se ponen a su alcance. Siempre piensa que todo puede ser peor, que el riesgo ha de ser controlado, y que jugársela no tiene sentido si llevas una venda en los ojos. A este tipo de persona lo llamaremos el hombre (que no se me enfaden las mujeres, que en esto de poner género a las palabras soy un poco disléxico) contemplativo.

El otro tipo de persona, es aquella que delante de las situaciones peligrosas no es que no les tenga miedo, sino que disfruta con ellas. Los negocios siempre han sido lo suyo, el riesgo, el lanzarse al vacío sin calcular ninguna posible consecuencia, pues para ellos todo lo que pueda pasarles está ya previamente calculado. Confían tanto en si mismos porque son gente previsora, aferrados a la tierra, que calculan con desmedida confianza los riesgos, y acaban viendo, infaliblemente, que pueden asumirlos todos. No hay vida sin riesgo. No existe el riesgo sin diversión. Fíate de estas personas a la hora de organizar algo, como un viaje, porque desde el primer minuto sabrá qué es lo que hay que hacer. E incluso dominan la improvisación, pues está preparados para todo. Una joya, vamos. Es el hombre (de nuevo, perdón) confiable.


Si tu pareja es así, y tira del carro constantemente, te salva cual Tarzán a Jane de constantes situaciones, resuelve tus problemas siempre con una sonrisa, no deja jamás que decidas más allá de lo que te vas a poner por la mañana, controla los pagos y cuentas del banco, sabe exactamente, diariamente, cuánto dinero os queda para llegar a final de mes, se enfada cuando le llevas la contraria y le gusta ser él el que decida ceder, lo tienes siempre cerca, sabiendo lo que haces a cada minuto...enhorabuena, tienes la vida simplificada. Nada de preocupaciones, porque él, o ella, se adelantarán a ti para solucionar tus problemas, para resolver tus dudas. Eso si, si algún día despiertas por la mañana y descubres que esa vida tan fácil no es tu vida, sino la de él (o ella), y quieres huir de ese eterno Gran Hermano, piensa que nunca es tarde para empezar de nuevo a escribir tu propio destino. Solo es cuestión de intentarlo.