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11 de enero de 2009

La infancia perdida.

Hoy en la televisión han dicho que en la guerra (perdón, genocidio) palestina, la cifra de muertos asciende a más de 800. De estos, una cuarta parte serían niños. Las imágenes de un padre llevando en brazos, solo, a su hijo calcinado y medio devorado por los perros después de dos días muerto, hace que el corazón de las personas que tengan un mínimo de sensibilidad, se contraigan hasta llorar. Eso es lo que me pasó delante del desolador espectáculo de la muerte injusta, de la masacre injustificada, de la desproporcionalidad de la respuesta del pueblo israelí. Porque no se si todos aceptan lo que su gobierno está haciendo con la población de la franja de Gaza, pero no existen reacciones en contra por parte de los que antaño fueron casi exterminados por el genocidio. Creo que más allá de la razón política y la lógica de los países, está el sufrimiento de un pueblo entero, representado en unos niños que ya no pueden llorar porque no les quedan lágrimas en sus miradas vacías, en sus gestos de terror. Ser equidistante ahora es ser partidario de la continua muerte de inocentes. Hemos de luchar contra eso cada uno dentro de nuestras posibilidades, dejando de lado ideologías políticas, creyendo tan solo en la paz y en el bienestar de unos niños ya marcados, por desgracia, por la crueldad de los adultos. Seguir viviendo cuando lo has perdido todo, incluso la dignidad, es tan duro como haber muerto en el camino, porque lo que destruyen es lo más imprescindible en el ser humano, aquello que cuando nos hacemos mayores nos hace sentir vivos: la infancia. 
Mario Vargas Llosa comenta en El Pais de hoy: "la política de Israel de incomunicar a Gaza y mantenerla en una suerte de cuarentena implacable, impidiéndole exportar e importar, cerrándole el uso del aire y del mar, permitiendo que sus pobladores salieran de ese gueto sólo a cuentagotas y después de trámites abrumadores y humillantes, contribuyeron al gran "fracaso económico" que hoy día los halcones de Israel exhiben como prueba de la incompetencia de los palestinos para gobernarse a sí mismos." Es verdad, como un análisis puro político, que Israel ha denigrado constantemente al pueblo palestino, que solo busca un lugar bajo el sol, utilizando para ello el terrorismo como arma equivocada en su lucha de David contra Goliat. Sin embargo, a mi me preocupa más esta herida constante, este desangrado de vidas que deja a niños muertos, y a los que quedan sin vida, les arrebatan la única patria que realmente nos pertenece a todos y cada uno de nosotros, y que luego nos servirá para intentar ser mejores. Ni Israel ni Palestina, la patria perdida de los niños supervivientes es su propia infancia.