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1 de enero de 2009

Darle la vuelta como a un calcetín.

Ha empezado un nuevo año, y todo son deseos y nuevos propósitos para esta nueva época, que parece que empiece de cero. No se, es como si no tuviéramos que esforzarnos cada día de cada año para poder conseguir los objetivos que nos marcamos. Yo este año he empezado, o he acabado el anterior, depende como se mire, instaurándome una nueva tradición. He comenzado el año agarrando con fuerza en la mano, una moneda. No sé exactamente de donde viene ese ritual, ni si dará el efecto que busco, que es la buenaventura económica durante el año que empieza, pero bueno, he decidido que es una buena idea el hacerlo. Al final del año, sabré si vale la pena acabar con la mano dolorida de tanto apretar, o si es mejor dejarlo solo en el rito báquico de las uvas y el champagne. 
Yo le pido al nuevo año, más o menos lo de cada uno de los pasados. Sé que luego dependerá de mí conseguirlo, de mi constancia y mucho de la suerte. También de mis decisiones, esas que pueden hacer cambiar el rumbo de nuestra existencia. Solo le pido al nuevo año mantener todo lo bueno, tierno y hermoso que he encontrado hasta ahora, y poder acabar lo que he empezado el año pasado. Ah!, y por supuesto tener el suficiente tiempo y voluntad para poder acabar, finalmente, mi novela. ¡Eso sí que se me antoja una utopía!
Deseo suerte a todos los que me rodean. Sé que algunos están en una encrucijada que les asfixia, así que para ella (singularizo, hay que ser honesto) el deseo es que sepa afrontar su situación y decidir, porque en esta vida las cosas negativas vienen sobre todo por el no hacer, más que por el equivocarte. Hay momentos en la vida que se presentan las circunstancias adecuadas para enfrentarse a nuestros propios temores, y es cuando hay que aprovechar para decidir si sufrir por buscar la felicidad, o continuar sufriendo por miedo a cambiar. Lo desconocido siempre da miedo, lo sé mejor que nadie, pero tal vez detrás de la niebla aparezca el cielo despejado que nos haga ver con claridad el futuro. Solo es cuestión de arriesgarse a seguir viviendo. Así es como realmente nos realizamos como personas, mejorando nosotros mismos, sin tenerle miedo a la segunda oportunidad.
A todos los demás, hagamos que este planeta en el que convivimos sea lo suficientemente "humano" para poder seguir compartiendo en él, y que no se nos gire como un calcetín usado.