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28 de enero de 2009

La muerte de los demás…

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Hay veces que la muerte nos acecha cerca de casa…

Hoy he oído en las noticias que un hombre ha matado a su mujer y sus cinco hijos. Parece ser que había perdido su trabajo y se había arruinado, tanto da. Ha sido en estados Unidos, pero el lugar da igual, la tragedia se repite con demasiada facilidad. Alguien decide que ya es suficiente su dolor, y que también lo es para su familia. Y digo yo, ¿quien le da derecho a suponer que su familia quiere dejar de sufrir de esa forma?¿Por qué piensa que puede decidir qué es lo mejor para los otros? Si no eres capaz de afrontar el lógico miedo que te asalta cuando el mundo se derrumba, puede pasar que pienses que ya no tienes fuerzas para seguir. Es un momento de ofuscación, de hundimiento. Todo pasa, y lo que pierdes en el camino, ha de hacerte aprender a ser mejor. Con menos, pero mejor. Ni vergüenza ni frustración. Pero si ni así eres capaz de proseguir con tu vida, por lo menos, deja que los demás decidan no dejarla. Y esto suele pasar con personas que están acostumbradas a decidir sobre lo que es conveniente a los demás. Son los que he nombrado alguna vez como hombres confiables.

Y sin embargo, todo se repite con demasiada facilidad…